En la noche soñé contigo.
Sólo fue un mar de trampas y contradicciones,
Resultado de inocentes meditaciones,
Inconscientes y descabelladas.
Sumergida en el producto de la locura
En la telaraña que sólo tú me envuelves
Atrapada en aquellos brazos en los que me duermes
En los que me acoges, con los que me matas.
Ya rendida ante tus poderes seductivos
Me tenías en tus manos, a tus pies,
Simplemente hipnotizada.
Me tomabas en el aire
Era tuya, sólo tuya
En mi mundo
Yo era nada.
Tu piel, mi piel.
Tu encanto, tu sabor, tu olor,
tu aroma, tu fuego, tu pasión.
Tu estrategia de invaluable cazador,
Aquel tacto exquisito,
Descuidado, delicado combinado
Con esa peculiar mirada de conquistador.
No hubo parte de mí
Que no te amara
Y te acuciara locamente…
De repente,
Con el sudor en la frente,
Desperté sola con mi almohada.
Era un sueño. Sí, un sueño.
Pero yo sabía
Que era tuya, había sido tuya
Y que en mi mundo
Yo había sido nada.
La Mujer de los Sueños de Nadie
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