Hoy es el día…
Fue hace tanto tiempo y parece como si fuera ayer.
Sin embargo, me gusta la sensación que provoca en mí
el recordar ese momento.
Fue una noche realmente especial para mí,
En esos instantes revive en mí la esperanza de creer en el poder del destino,
Su infinidad de posibilidades que tiene designadas para mí y,
Creer por primera vez,
En la magia y química que se logra en un instante.
Sólo diré… que esa noche fui feliz.
Es de esas ocasiones difíciles de explicar, pero tan fáciles de sentir.
< < Química > > tal vez pensaría yo. Es lo único que se me ocurre.
O ¿cómo explicar la afinidad inmediata en una mirada, en un rose, en una palabra?
¿La conexión que provocan las dos horas más placenteras de mi vida, quedando expuestas sólo la sensación de los cuerpos y las palabras efímeras?
¿El tiempo? El tiempo no existe ante una experiencia como tal; de repente,
te toca el hombro y te recuerda que sigue ahí, aún ante tu descarada indiferencia.
Poco a poco vuelves en sí… mientras un beso se queda en el aire y los cuerpos se alejan.
La felicidad te embriaga y no se pasará su efecto, al menos, no por mucho.
Al contrario, la sensación se intensifica al saber que existe la posibilidad de repetir y alargar ese momento. La adicción es inevitable.
¿Las utopías y la realidad se pueden mezclar? Sería una combinación bastante extraña, mas no imposible. Casi perfecta. Es lo más cercano.
Es increíble como sólo dos horas son suficientes para extrañarlo e imaginarme entre sus brazos. Aún recuerdo su aroma y la fuerza de sus manos sobre mis caderas.
No puedo evitar no disfrutarlo.
Ahora sé que no sólo yo lo sentí, me lo dicen sus palabras. Aunque me entra el temor de perder algo que nunca fue mío.
Pero no me angustiaré, porque si no llama quedarán como las dos horas más gratas en un punto de mi vida.
La Mujer De Los Sueños De Nadie
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