A veces es bastante curiosa la sensación que causa el sentirte indispensable en la vida de otra persona. Cuando la perspectiva es muy estrecha, es egoísta y, en ocasiones, hasta placentero el saber que alguien te necesita y que incluso puede estar sufriendo por tu causa. En pocas palabras… mera y simple egolatría.
Cuando la perspectiva es más amplia, la sensación es un poco más cruel. El simple hecho de saber que somos necesarios mas no indispensables, le quita ese toque de vanidad a tu vida. Le borra esas pinceladas de idolatría que alguna vez pudiste inspirar.
La perspectiva estrecha creo que es la más concurrida. Tener la mira con una perspectiva más amplia cuesta un poquito más. Creo que nos cuesta pensar y nos hiere el ego, el pensar que una persona puede ser feliz sin nosotros, peor aún, concebir que incluso puede ser mucho más feliz.
Pero no pasa de consolarnos con lavadas de cerebro que nos hacen sentir mejor. Algo así como: “no me podrá olvidar” o “jamás encontrará a alguien como yo”. Cuando escribes este tipo de frases, así como son, sin dramas ni teatros ni con ese énfasis con el que las solemos decir, suenan bastante ridículas. Lo peor… es que son lo más cercano a nuestra triste realidad.
¿Qué cuál es nuestra triste realidad? Esa es otra historia…
La Mujer De Los Sueños de Nadie
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