El especismo o especieísmo[1] es un término acuñado en 1970 por el psicólogo Richard D. Ryder[2] quien lo aplicó para describir la existencia de una discriminación moral basada en la diferencia de especie animal, en analogía con el racismo o el sexismo entre los humanos, basados en diferencias físicas moralmente irrelevantes. La discriminación especista presupone que los intereses de un individuo son de menor importancia por el hecho de pertenecer a una especie animal determinada. Esta discriminación es una actitud bastante arraigada en todas las culturas excepto en la cultura jainista. La representación más común del especismo es el antropocentrismo moral, es decir, la infravaloración de los intereses de quienes no pertenecen a nuestra especie animal Homo sapiens.
Algunos científicos como Richard Dawkins han hablado sobre la discriminación especista.[3]
En España el profesor Óscar Horta[4] se ha destacado por su exhaustivo análisis filosófico del concepto de especismo, mostrando que el argumento de la superposición de especies deja a las defensas del antropocentrismo en una posición extremadamente precaria, y lleva a concluir que se trata de una posición especista.
El veganismo es una filosofía y un estilo de vida que rechaza el especismo.
La consecuencia de que este tipo de discriminación, según sus teóricos, es la consideración de los animales no humanos como meras propiedades del hombre, y que el humano está en su pleno derecho de disponer de ellos para su provecho, desde usarlos en estudios médicos para beneficio de su propia salud, criarlos para usarlos como alimento, vestirse con sus pieles o para diversión. El uso del animal como propiedad podría provenir del inicio de la cría domestica de estos, aunque también es posible que provenga de un tiempo anterior, cuando el hombre primitivo consideraba una manada salvaje como exclusiva de un grupo determinado.
El especismo también produciría, supuestamente, un gran impacto ecológico indirecto, debido a la alteración de los ecosistemas de las otras especies como medio para aumentar la producción de estas, o a la gran cantidad de contaminantes que produce la masificación de animales en las granjas industriales.
En la literatura contemporánea empiezan a aparecer obras cuyo argumento versa sobre la crítica al especismo. En La cosecha del centauro,[5] de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez , la humanidad sufre las consecuencias de recibir este trato por parte de otra civilización más desarrollada.
Dar pasos hacia la abolición del especismo supone, en primer lugar, dejar de financiar la muerte y el sufrimiento de los animales en granjas, piscifactorías, mataderos y los demás ámbitos en los que son explotados, usados para ser puestos a nuestro servicio.
Por este motivo, un paso fundamental para conseguir esta abolición consiste en abandonar el consumo de animales. Al modo de vida libre del uso de animales como recursos se le llama veganismo.
En el mundo hay millones de seres humanos que, por motivos éticos, han adoptado este modo de vida y esta actitud en la que consiste el veganismo. No hay problema alguno para tener una buena salud en cualquier momento de nuestra vida con una alimentación sin productos de origen animal, como han demostrado organizaciones tan prestigiosas como la Asociación Americana de Dietética, entre otras.
Para más información: http://www.especismo.org/index.php
Referencias:
1. ¡Vivan los animales!. Jesús Mosterín. Debols!llo. 1998. ISBN 84-9759-354-5
2. Ryder, Richard (6 de agosto de 2005). «All beings that feel pain deserve human rights». The Guardian. http://www.guardian.co.uk/animalrights/story/0,11917,1543799,00.html. Consultado el 04-05-2007.
3. Dawkins on speciesism and saving the gorilla
4. Horta, Óscar. «Ética más allá de la especie». Blog. http://masalladelaespecie.wordpress.com/.
5. "La cosecha del centauro". Ediciones B. Barcelona, 2009.